Pasaban las horas, los minutos, los segundos.
El tiempo ya no le daba, no era nada sin él.
Pero lo necesitaba, porque de otra forma no le alcanzaba.
Se consumía a sí mismo.
Se apagaba para volver a encender.
Encender qué, se preguntaba.
Sonreía, sin querer reír,
Amanecía, sin querer(se) avivar,
Dormía, añorando no querer despertar.
Sentía que no sabía más, sin querer renunciar.
Se sentía vacío, ahogado, consumido;
Se sentía tan desesperado en sí mismo que sólo quería respirar.
No le daba el cuero,
No le daba la cabeza,
No alcanzaban las palabras,
Todo era un llanto oculto dentro de sí.