Por mucho tiempo se sintió perdida, desaparecida de lo que le rodeaba.
Sólo tenía su trabajo, ni a ella misma se quería.
Cada día era igual que el anterior, tratando de sonreír a la podredumbre interior.
Siempre estuvo para los demás, siempre pendiente de lo que otros necesitarán de ella.
Pero, en esos momentos, ni ella misma quería sostenerse, ni preocuparse.
Ya va un año, en que su vida cambió, un año desde que esa decisión partió.
Como el vuelo que tomó, su corazón de la tierra despegó y entre nubes viajó.
Se miró por primera vez en completa desnudez, miró aquello que la mierda nunca pudo quitar.
Se volvió a enamorar, de ella misma, de lo que ella siempre ha sido.
Voló, rió, lloró, se descalzó para descubrir el mundo con su suave piel.
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