Una noche de calor

Era una noche algo acalorada, las sábanas se pegaban a su cuerpo
Las ventanas, semi abiertas, parecían no permitir la entrada de aire.
No tenía nada puesto, mas el calor le parecía un poco insoportable.

Allí acostado en su cama comenzó a sentir como el vacío emergía dentro de él.
Poco a poco comenzó a sentir un aire que le apretaba la garganta y el pecho,
Que no se separaba de su cuerpo, y sentía que prontamente iba a llegar a su corazón.

No era fácil, no era sencillo, no era lo que esperaba.
Cada día que pasaba, sentía cómo se le escapaba todo de las manos.
Una lucha contra lo que no quería ver, no quería sentir, no quería tener.
Cada día era un esfuerzo por mantenerse despierto, mantenerse activo, mantenerse vivo.

Esa noche no fue distinta a las demás.
Ya no dormía ni descansaba, el vacío comenzaba a sentirse cada vez más fuerte.
Le costaba respirar, el aire comprimido quemaba todo lo que tuviera por dentro.
Trataba de recordar, recordar aquellos días, aquella sensación de paz tan diferente a lo que hoy sentía.

Nada más quedaba por hacer, eso ya lo sabía
Debía esperar a que el dolor pasara, esperando volver a sentir otra vez.